La vida es aprendizaje y es importante saber no solo como aprendemos para mejorar ese aprendizaje, sino saber lo que es el aprendizaje en sí. Para ello nos basaremos en la teoría de los niveles de aprendizaje de Gregory Bateson (1904-1980).
Bateson distingue varios niveles de aprendizaje de los organismos.
Nivel cero
El aprendizaje cero se caracteriza porque la reacción – con motivo o sin él – no se somete a corrección.
Bateson incluye ahí sobre todos los casos en los que la reacción sigue un patrón estereotipado, condicionado no tanto por la experiencia, sino por factores fundamentalmente genéticos; estos es, los casos en que la conexión entre el estímulo y la reacción están, como las conexiones electrónicas, soldados por así decirlo.
Cualquier protoplasma muestra ya un patrón reactivo de este tipo (Bateson 1972/1981), pero también el organismo humano ha aprendido a cerrar los ojos ante un repentino y fuerte rayo de luz, las personas hunden la cabeza entre los hombros cuando un avión a reacción pasa inesperadamente por encima de ellas, aprenden que es la una de la tarde cuando suena la sirena de una fábrica próxima, etc.
Nivel 1
El aprendizaje I es la modificación de la manera de producirse la reacción mediante la corrección de errores en la elección dentro de una serie de alternativas.
Todos los niveles superiores consisten en un aprendizaje por medio del ensayo y el error. Se reconoce una reacción determinada como fallida y se la sustituye por otra.
Naturalmente, “ante el mismo estímulo, el organismo reacciona de manera diferente dependiendo del contexto”, entendiendo por contextos “todos aquellos hechos que informan al organismo entre que serie de alternativas ha de hacer su próxima elección” (Bateson 1972/1981). De modo que solo un cambio de conducta dentro del mismo contexto puede llamarse aprendizaje.
El fenómeno de la habituación constituye ya una muestra de este tipo de aprendizaje; la repetición de un estímulo que al principio provocaba una determinada reacción, al final deja de percibirse como algo molesto y, a partir de ese momento, cesa la reacción. Bateson apunta que dicha “habituación” quizá sea la única clase de Aprendizaje I que pueden alcanzar los seres vivos que carecen de sistema nervioso.
Aprendizajes de este tipo son también el condicionamiento clásico de Pavlov, así como el aprendizaje instrumental positivo. En los tres casos el conjunto de alternativas se reduce a dos: reacción / no reacción.
Nivel 2
El aprendizaje II es la modificación del proceso del Aprendizaje I; por ejemplo, un cambio corrector en la serie de alternativas entre las que hay que elegir, o bien una modificación en la manera de ordenar la experiencia.
Supongamos que el sujeto A quisiera ir a pasar unas agradables vacaciones con su mujer B a algún lugar, con la idea de dar largos paseos por el monte. Para tratar de que B acceda a sus deseos, puede elegir entre una serie de alternativas: puede simplemente imponer un viaje que se adecue perfectamente a sus propósitos; puede tratar de dibujárselo con los más bellos colores; puede rogárselo; puede plantearle a B una recompensa para el caso de que acceda; puede tratar de chantajear a B. también, en vez de empezar siempre la conversación hablando de sus propios deseos e ideas, puede en primer lugar informarse de cuáles son los deseos e ideas de B al respecto, adoptando luego el punto de vista y la manera de expresar de B para tratar de presentarle los propios planes de manera que le resulten atractivos. Cualquiera de estas alternativas puede mostrarse errónea; en tal caso A deberá tratar de encontrar una alternativa correcta a través de una o varias etapas de Aprendizaje I.
Si lo consigue, posteriormente, ante un contexto similar, renunciara al resto de alternativas y elegirá esa de inmediato, y en el caso de que la elección se muestre eficaz repetidas veces, en el futuro acabara por adoptarla siempre. Ha aprendido el aprendizaje; ha cambiado el conjunto de alternativas, reduciéndolo, en lo posible a un conjunto compuesto de un solo elemento.
Según Bateson, todavía no está muy claro a partir de qué grado de evolución son los animales capaces de esta clase de aprendizaje. Sin embargo, afirma que seguramente, aparte del hombre, hay otros mamíferos, por ejemplo los delfines, que alcanzan el nivel de aprendizaje II. En cualquier caso, las personas si alcanzan este nivel.
Una buena parte del comportamiento humano está determinado por procesos de aprendizaje de este tipo, los cuales tienen a menudo lugar ya en la primera infancia, sin que la persona en cuestión tenga por qué ser consciente de ellos (Bateson 1972/1981).
Si los patrones de comportamiento así aprendidos se han demostrado eficaces un número suficiente de veces, se convierten en rasgos constitutivos de la personalidad que se suman a los valores y creencias. La mayoría de las personas se encuentran ligadas a un sistema de series de alternativas desarrollado por medio del Aprendizaje II. Este sistema les proporciona estabilidad y seguridad, pero, por otro parte, es también difícil de alterar y corregir en caso de que ninguna de esas alternativas sea adecuada al contexto dado.
Nivel 3
El aprendizaje III es la modificación del proceso de Aprendizaje II; por ejemplo, un cambio corrector del sistema de la serie de alternativas entre las que hay que elegir
La corrección necesaria en tales casos – es decir, el cuestionamiento de los anteriores valores y creencias que mencionábamos en el aprendizaje 2 que tienden a asentarse cada vez con más firmeza, el Aprendizaje III “hasta para los seres humanos es complicado y se produce raras veces”.
Se trata de escapar al sometimiento de los hábitos adquiridos mediante el Aprendizaje II, para conseguir una libertad que se caracterizara por una “profunda redefinición del yo” (Bateson 1972/1981). “Se afirma, no obstante, que algo así solo acontece muy de cuando en cuando, únicamente en la psicoterapia, en las conversiones religiosas, o en otras situaciones en las que se produce una profunda reestructuración del carácter”.
Sin embargo, la sustitución de determinados valores y creencias en el nivel del Aprendizaje II no significa que hayamos pasado ya al Aprendizaje III. Para un psicoterapeuta es ya un logro haber podido ayudar a su cliente a reemplazar algunas de las premisas adquiridas mediante el Aprendizaje II por otras más adecuadas (Bateson 1972/1981).
De algo parecido a ello podría tratarse en el caso de que, en el ejemplo anterior, el sujeto A sometiera a negociación el objetivo parcial (“largos paseos por el monte”) para, en aras del objetivo al que ese objetivo parcial se encuentra subordinado (“pasar unas agradables vacaciones”), llegar a un acuerdo con B. A podría, incluso, renunciar a este objetivo por amor de un valor más alto (por ejemplo, “convivencia armónica con su pareja”), y discutir con ellas otras posibilidades completamente diferentes. Habría que cuestionarse si con este paso se habrán franqueado los límites del Aprendizaje III.
Bateson enumera algunas modificaciones que él entiende que corresponden al Aprendizaje III:
- El individuo podría aprender a crear a voluntad aquellos hábitos a cuya formación nosotros damos el nombre de Aprendizaje II.
- Podría aprender a cerrarse él mismo los “caminos” que le permitirían acceder al Aprendizaje III.
- Podría aprender a modificar los hábitos adquiridos a través del Aprendizaje II.
- Podría aprender que es una criatura que puede alcanzar el Aprendizaje II de manera inconsciente y que, de hecho, lo hace.
- Podría aprender a poner límites y a controlar su Aprendizaje II.
- Si el aprendizaje II es un aprendizaje de los contextos de Aprendizaje I, entonces el Aprendizaje III debería consistir en un aprendizaje de los contextos de esos contextos.
Bateson concluye su enumeración de los tipos lógicos de aprendizaje con dos observaciones:
- El aprendizaje IV es una modificación efectuada por el aprendizaje III, pero seguramente esto no sucede en ningún organismo vivo desarrollado de nuestro planeta, no obstante, el proceso evolutivo ha creado organismos cuya ontogenia y filogenia alcanza realmente el nivel IV.
- La historia de la evolución del aprendizaje parece haber sido, esencialmente, un lento tránsito desde el determinismo genético hacia niveles de tipo lógico superior.